Como presidente de Estados Unidos, Donald Trump no tiene autoridad directa sobre el espacio aéreo venezolano; sin embargo, las decisiones y advertencias emitidas por su gobierno suelen influir en otros países y en la industria aeronáutica internacional. Prueba de ello ocurrió a principios de este mes, cuando varias aerolíneas extranjeras suspendieron temporalmente sus vuelos hacia Venezuela luego de que la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) emitiera una alerta de seguridad dirigida a operadores estadounidenses.
Pese a estas cancelaciones, cientos de vuelos internacionales hacia Venezuela permanecen programados para diciembre, la mayoría operados por compañías regionales de menor tamaño, de acuerdo con datos de la firma especializada Cirium.
El eventual cierre del espacio aéreo venezolano tendría un impacto limitado en la conectividad entre Estados Unidos y ese país. Actualmente no existen vuelos directos entre ambos territorios operados por aerolíneas comerciales, según información de Cirium. Además, las rutas desde Estados Unidos hacia otros destinos de Sudamérica normalmente trazan trayectorias que evitan el espacio aéreo venezolano.
Mientras tanto, Washington ha reforzado su presencia militar en el Caribe bajo el argumento de combatir el narcotráfico. Funcionarios estadounidenses han señalado que esta estrategia busca frenar actividades ilícitas en la región, aunque también han dejado entrever que forma parte de la presión ejercida para que el presidente Nicolás Maduro deje el poder, incluso contemplando escenarios que podrían involucrar el uso de la fuerza.